Día 50 – Metimos la pata

Como era de esperar, nos levantamos re tarde. Como el día estaba bárbaro y no teníamos ganas de meternos en un museo, decidimos caminar al súper que queda a 3 Km. y compramos unos panes y fiambre para hacer una especie de picnic en el bosque. La primera comida del día en vez de ser desayuno fue merienda, ya que llegamos al muellecito del lago a eso de 16hs, lugar donde nos sentamos a mojar los pies e ingerir tan preciado manjar. Los patos del lugar nos vigilaban de cerca, atentos a cada pedazo de pan que les arrojábamos. En la soledad del lago, tristemente nos divertimos viendo como el pato macho capo del grupo, perseguía y picoteaba a los demás machos que se acercaban por un pedazo de comida. Luego del banquete, vino la tan clásica siestita. Javi, que tenia gana de demostrar que es un nadador experimentado y que no teme meterse en lagos que en invierno se congelan por estar a -15 grados centígrados, o simplemente para romper las pelotas mientras Fede y Toba descansaban, se tiro al agua.



Paradójicamente, lo mejor del día estuvo a la noche. Llegamos al bar que nos habían recomendado los amigos latinoamericanos días atrás. Casi sin asombrarnos caímos en que, como cada vez que nos recomiendan un lugar, el lugar es pésimo, o por lo menos raro. Pésimo no era ya que la gente tenia buena onda y al escucharnos hablar en español se quedaba para comentarte que (como muchos en Suecia) vivieron un tiempo en España y se esmeran en demostrar lo bien que hablan nuestro idioma.


Lo raro era que otra vez estábamos en un bar gay friendly y en Estocolmo los muchachos parecen no tener resquemores para mostrar su elección sexual desde las maneras en que se visten hasta en las cosas que hacen!! Se nota en general en el ambiente que acá es todo muy free y desprejuiciado ya que estábamos hablando muy cordialmente con una chica, y se acerca un muchacho “afrancesado” por decirlo así, era el hermano. Hasta ahí todo bien, Cristian como se llamaba el pibe se unió a la charla lo mas bien. Lo raro fue cuando cayo su novio travesti, rubio teñido de 1,90 metro y vestido apretado, diciendo “Hi, nice to meet you”… los 3 abrimos los ojos como anime japonés y nos miramos desconcertados :S Luego de ese episodio y un fernet branca y un par de cervezas, nos volvimos puntualmente en el Metro comentando la situación y riéndonos… por no llorar!